Los camélidos: fascinantes animales que reinan en las llanuras de los Andes

Su estampa solitaria parece el fondo de una postal: hieráticos y silenciosos, los camélidos observan al infinito desde las inmensas y frías llanuras de los Andes. Son dueños de una belleza sencilla y práctica, con su cuello fino, sus patas largas y el pelaje de tantas tonalidades que, en muchos casos, se hace imposible definir su color.

Los camélidos son los únicos parientes del camello que existen en la actualidad. ¿Cómo llegaron hasta América del Sur? Hay muchas teorías, pues los registros fósiles son incompletos. Según la más conocida, hace cinco millones de años, estos animales aparecieron en Norteamérica. Desde allí y debido el clima adverso, producto del avance de los glaciares, emigraron en distintos momentos de la historia, hacia Eurasia (en donde se diversificaron en las dos especies que conocemos en la actualidad: el camello de dos jorobas y el dromedario), y a Sudamérica. A este último continente arribaron a través del Istmo de Panamá (se calcula que hace un tres millones de años), los camélidos de la tribu Lamini (sin joroba). Lo paradójico es que, con el tiempo, desaparecieron de su lugar de origen, quizás por condiciones climáticas extremas o por la llegada de un nuevo predador: el ser humano.

En América del Sur, hay dos géneros (lama y vicugna) y cuatro especies. Dos de ellas son salvajes: la vicuña y el guanaco. Y las otras dos son domésticas: la llama y la alpaca. Las cuatro comparten algunas características, por ejemplo, su capacidad de cruzarse entre sí y tener descendencia fértil, o su dimorfismo sexual: es decir que no es fácil distinguir su género, a menos que se vea sus aparatos reproductores de cerca. La alpaca, la llama y la vicuña tienen otra característica común: viven en tierras altas. El guancaco, en cambio, puede habitar a nivel del mar.

La llama, el animal sagrado de los Incas

Entre los camélidos andinos, la llama es el más grande. Su característica más llamativa es que no es una especie natural, en el sentido de que es una “creación” del ser humano (específicamente de los pobladores del altiplano, que domesticaron el guanaco hace unos 5000 años). Su distribución geográfica ha sido muy variable y amplia, por haber sido producto de comercio desde el imperio Inca). Pero se encuentra, sobre todo en los Andes de Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Argentina. Ha sido tradicionalmente utilizada como bestia de carga, pero también aprovechada por su lana y por su carne. Su fibra es muy gruesa y resistente y muy valorada porque no es tratada con productos químicos.

La economía del imperio Inca se basó en la explotación de la llama. Estos pobladores consumían su carne, sobre todo en ocasiones festivas, pero además utilizaban su lana para elaborar hilos y tejidos. Sus huesos se aprovechaban para hacer instrumentos musicales; su cuero, para calzado; su grasa, para medicinas, y sus excrementos, para abono.

Para los Incas, la llama era un animal sagrado. Creían que cada llama en la Tierra tenía su “espejo”, en la “Llama Celeste”: una constelación que se podía apreciar desde ciertos lugares sagrados.

La alpaca, una especie en peligro de extensión

La alpaca es una especie más pequeña y que comparte con la llama (así como con el camello) el hábito de escupir como método de defensa. En cambio, se diferencia de esta en que no se utiliza como un animal de carga. Este camélido mide entre 0, 94 y 1, 04 metros y pesa entre 50 y 55 kg. Se cree que su domesticación data de miles de años.

Las alpacas habitan sobre todo en Perú, Bolivia, Chile y Argentina, aunque en este país casi había desaparecido y se están haciendo muchos esfuerzos para aumentar su población. También hay alpacas en Australia, EEUU y Nueva Zelanda. Son animales muy valorados por su fibra, pues es la más fina entre los camélidos (su precio asciende hasta unos 400 dólares por cada kilogramo). Con la lana de la alpaca se fabrican productos tan diversos como cobijas, ponchos, bufandas, chalecos, chompas.

La vicuña: sedentaria y “ecológica”

La vicuña, símbolo patrio peruano, es un camélido más pequeño: su longitud es de 80 cm y su peso de entre 40 y 50 kg. Son animales sedentarios, de patas largas y, en cierto sentido, ecológicos, pues las plantas de sus patas tienen una especie de almohadilla que evita que, a su paso, levanten la vegetación. De esa forma, no producen erosión. Además, tienen un sistema social muy estructurado y organizado: los machos adultos viven con un harén de dos o tres hembras y sus crías. La lana de la vicuña es la estrella de este tipo de material en el mundo de la alta costura, pues el metro cuadrado puede llegar a costar hasta 3000 dólares.

Firmas de alta costura, sobre todo italianas y francesas, utilizan la fibra de la vicuña para la elaboración de prendas exclusivas. Por la intensa actividad de caza, desde épocas ancestrales, este animal se encuentra en proceso de extinción.

El elegante y sociable guanaco

Elegante y de huesos finos y veloces (puede correr hasta 64 km por hora), el guanaco también es una especie amenazada entre los camélidos. Son, incluso, más escasos que las llamas. Este animal de carácter sociable, que generalmente anda en rebaños numerosos y vive en zonas semidesérticas, tiene un pelaje espeso y suave que lo protege del frío. Habita sobre todo en Perú, Chile, Bolivia y Argentina. Los guanacos pueden llegar a pesar 140 kg y medir 1, 70 m de alto. Tienen un pelaje de tres tonalidades: beige en la parte superior del cuerpo, blanco en la inferior y gris en su cabeza. El ser humano aprovecha su pelaje y su cuero, para hacer prendas finas y muy valoradas.

Los “camellos del Nuevo Mundo”

A los camélidos sudamericanos se los llama “camellos del Nuevo Mundo”. Con sus antecesores jorobados de Asia y África comparten sus ciertas características de adaptación a las tierras áridas, así como el hecho de ser recursos importantes de sustentabilidad para las poblaciones con las que conviven. Según varios estudios, la población actual de camélidos en América del Sur es de alrededor de 9 millones de habitantes. Para comunidades campesinas de Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile, el pastoreo de las alpacas y las llamas sigue siendo su principal fuente de ingresos.

Son, sin duda, animales curiosos e interesantes. Quienes los estudian los describen como “diurnos y sociales”, aunque todo el mundo sabe que si se enfadan, pierden las buenas costumbres y lanzan saliva, no con el objetivo de agredir, sino más bien de defenderse, cuando se sienten molestos o acosados.

Pero además de su función histórica de proporcionar carne y lana a los pueblos andinos, ciertos camélidos son utilizados en la actualidad para una terapia novedosa. Se la conoce como alpacaterapia o lamaterapia y se ha desarrollado en Alemania. Es una variante de los tratamientos que se hacen con perros, caballos o delfines. Niños con autismo, personas con experiencias traumáticas o con altos niveles de estrés o problemas psiquiátricos: todos ellos se pueden beneficiar con este tratamiento, basado en una característica única de los camélidos: se dice que son los únicos animales que realmente miran a los ojos y observan. Son sensitivos, curiosos, de presencia tranquila. Además son dóciles y cuidadosos y, por su belleza y magnetismo, ejercen una especie de fascinación en quienes los ven.

En resumen: hay quien podría pensar que estos hermosos animales andinos son demasiado “quietos” o aburridos, pero en realidad, hay mucho qué descubrir sobre ellos. Vale la pena conocerlos de cerca, en los paisajes en que reinan. Mirar a sus ojos y descubrir si es cierto que nos observan. Eso sí, por su bien, cuídese mucho de no molestarlos…

Alfonso Tandazo
Alfonso Tandazo